viernes, 21 de enero de 2011

SER OPTIMISTA EQUIVALE A VIVIR MEJOR

Una de las asignaturas más difíciles del cuerpo técnico, dentro de un deporte de equipo, es mantener la cabeza de sus jugadores en un estado positivo, detalle crucial para cualquier acción de campo, y que no siempre se puede controlar.


No es nuevo para los aficionados de este deporte, o de cualquier otro, ver como equipos con un potencial excelente, en el ámbito técnico, se hunden en la clasificación o en partidos importantes o al contrario, equipo inferiores se mantienen a un nivel de juego excelente, por tener una dinámica muy positiva.


En mi opinión parte de las claves son:

· Cada componente de equipo tenga claro cual es el rol personal dentro del grupo

· Confianza ciega en el resto de compañeros y cuerpo técnico

· Objetivo común por encima de los individuales

· Autocrítica ante las acciones realizadas y ganas de superación

Las dificultades podemos verlas como oportunidades para hacernos más fuertes y mejorar nuestra autoestima



Actitudes positivas


Todo depende de cómo se vean las cosas



La tendencia a ver el lado negativo de las cosas y la tendencia a ver preferentemente el lado positivo son actitudes que no sólo influyen en nuestros estados de ánimo sino que terminan afectando a los resultados de lo que hacemos. Es ya un tópico describir a los optimistas como pesimistas mal informados, o como ingenuos que no captan todos los aspectos de la realidad, o como ilusos que antes o después se rendirán a la evidencia de que la vida es un cúmulo de problemas tan frecuentes como de difícil solución. Pero ser optimista no equivale a ser frívolo o inconsciente. Optimista es quien percibe lo bueno de cada circunstancia y quien a partir de esa percepción es capaz de optimizar las posibilidades que cada situación plantea. Una de las verdades más profundas de la psicología humana la refleja el viejo proverbio de que "nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Una misma situación percibida por dos personas puede adquirir una dimensión muy diferente. No se puede afirmar categóricamente "esto es así", es más adecuado el planteamiento "yo esto lo percibo así", porque la forma en que hemos aprendido a interpretar la realidad va a condicionar nuestro estado de ánimo y éste el enfoque que daremos a nuestra vida.



Las dificultades podemos verlas como oportunidades para hacernos más fuertes y mejorar nuestra autoestima



En realidad, existen casi tantos puntos de vista como personas, en tanto que cada uno somos diferentes de los demás. Pero en una clasificación muy sencilla podemos distinguir entre optimistas y pesimistas. Las personas pesimistas interpretan la realidad desde su lado más negativo, y las optimistas perciben lo mejor de cada situación, lo que no quiere decir que ignoren lo malo. El pesimista no sólo tiene el sufrimiento garantizado, sino que con su actitud difícilmente va a aportar soluciones constructivas a los problemas. En cambio, los optimistas tienden a vivir más felices y superan con más facilidad las complicaciones.



Dos tipos de actitudes


Las actitudes de clausura las mantienen quienes perciben las dificultades como amenazas, quienes cierran la puerta a las soluciones, se enclaustran en lo dramático y ven, sobre todo, la dificultad. Al contrario, las actitudes de apertura son propias de quienes viven las dificultades como problemas a resolver, buscando la salida más eficaz posible. Cuando se encuentran en una apuro, no pierden mucho tiempo en lamentarse y se dedican a hallar las salidas al problema.



Por lo cual solo se trata de decidir que tipo de actitud interesa ¡¡¡¡¡¡



Hablar con uno mismo


Víktor E. Frankl, un psiquiatra, cuenta en "El hombre en busca de sentido" las peripecias de un colectivo de judíos prisioneros en campos de exterminio nazi, liderados por el propio Frankl, que cada día buscaban (y encontraban) motivos para seguir vivos y mantener la esperanza. Frankl continuó investigando sobre las actitudes positivas como medio de supervivencia y acuñó el término logoterapia, un método terapéutico que utiliza como elemento de curación la capacidad que todo individuo tiene para pensar, hablar y hablarse a sí mismo, en positivo. La clave es restringir los pensamientos negativos y fomentar la fe en nosotros mismos, buscando en cada momento la respuesta más conveniente a nuestros problemas. No se trata de negar las dificultades, sino de trasmitirnos consignas que nos ayuden a superarlos. ¿Quién no ha visto a los tenistas hablarse a sí mismos en pleno partido, animándose, corrigiéndose, estimulándose? Han sido entrenados psicológicamente para ello, para superar esos momentos de flaqueza o desaliento dándose ánimos a sí mismos, apelando a su fuerza interior, a esa actitud positiva y optimista.




Ser optimista equivale a vivir mejor


Buscar el lado positivo de las cosas ayuda a sentirnos mejor, hace surgir sentimientos de bienestar y proporciona fuerza y energía para enfrentarnos a las situaciones difíciles. Fijarse en las cosas buenas de la vida es una actitud, que puede ser cultivada y trabajada.




Veamos algunas pautas:



· Cuando percibimos algo como exclusivamente negativo, dudemos de ese pensamiento. Ha de haber algún modo de hallar algo positivo a la situación o, al menos, a relativizar su gravedad.



· Cuando nos veamos atrapados en un callejón sin salida, no reaccionemos inmediatamente. Detengámonos, reflexionemos y busquemos alternativas.



· Hagamos frecuentemente inventario de todo lo bueno que tenemos, que es mucho. Recordemos cuántas personas están peor que nosotros.



· Escuchemos a quienes nos quieren y nos valoran tal y como somos.



· Utilicemos pensamientos constructivos: "quiero", "puedo","soy capaz". Recordemos situaciones a las que respondimos positivamente.



· No aceptemos pensamientos como "a mis años no puedo cambiar".



· Admitamos nuestros errores. Sólo quien se equivoca está vivo de verdad. Los que nunca se equivocan, cometen la mayor de las equivocaciones porque no asumen riesgos: consciente o inconscientemente, se han rendido, han dicho "me planto".



· Las dificultades son oportunidades que nos da la vida para fortalecernos. De esas batallas podemos salir reforzados y con una mayor autoestima.